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LA OVEJA EXTRAVIADA

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El abogado y las perlas

El abogado y las perlas

EL ABOGADO Y LAS PERAS

Cierto Abogado fue invitado a una boda que se celebraba en su pueblo natal, un tanto distante de la ciudad en que vivía. Mientras estaba en camino, el Abogado encontró al borde de la carretera un cesto lleno de Peras. Como era de mañana, le sobraba apetito para comer, y como el banquete se veía prometedor, el Abogado despreció el cesto de frutas dándoles un puntapié arrojándolo al lodo.

Siguiendo su camino, se encontró con un rio que debía cruzar, pero venía muy acaudalado a causa de las lluvias y para colmo, la corriente se había llevado el puente. Sin encontrar ningún medio como una barca que le permitiera cruzar, regresó a casa por el mismo camino sin haber comido nada.

 

Durante su retorno, el hambre lo acosaba constantemente, y a tal extremo, que al pasar nuevamente por las peras embarradas en lodo, no tuvo más remedio que levantarlas, limpiarlas muy bien, y comérselas.

Moraleja

Quien no desperdicia lo útil, jamás carece de lo necesario.

El ratoncito vanidoso

El ratoncito vanidoso

EL RATONCITO VANIDOSO

Había una vez, Ratoncito que por la vanidad de parecer "guapo y elegante", se había dejado crecer su cola desmesuradamente. Sus amigos ratones al observar tan larga cola, le repetían constantemente:

"Ten cuidado amigo mío, que tarde o temprano tu descomunal cola te dará un disgusto colosal."

Pero el Ratoncito no hacía caso a los consejos de sus sensatos amigos, más "bien", el Ratoncito estaba más que satisfecho con su singular "colita", paseaba durante el día fuera de su madriguera y cuando se encontraba nuevamente con sus colegas, este les decía cantando:

 

"Miren hermanos, no tenga envidia de mi colita, que a mucha honra me acompaña, pero no se acerquen mucho a ella, que es signo de grandeza."

Así, paso el tiempo. Hasta que un día, mientras se paseaba cerca de su hogar, el Gato apareció, y el vanidoso Ratoncito viéndose en peligro, se dio a la fuga de inmediato y se lanzó hacia una puerta entreabierta. Desgraciadamente, el Gato logró alcanzar su cola y sin rodeos, se comió al Ratoncito de un solo bocado.

Moraleja

Dios al humilde levanta, y al orgulloso quebranta.

Evangelio de Lucas

Evangelio de Lucas

Parábola del hijo pródigo

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Éste acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano." El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado." San Lucas, 15, 1-3.11-32

Parábola del buen samaritano

Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? El le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.  San Lucas, 10: 25-37

LA PARABOLA DE LA OVEJA PERDIDA

Los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharle. Por esto los fariseos y los maestros de la Ley lo criticaban entre sí: «Este hombre da buena acogida a los pecadores y come con ellos.» Entonces Jesús les dijo esta parábola: «Si alguno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el desierto y se va en busca de la que se le perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga muy feliz sobre los hombros, y al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido.” San  Lucas, capítulo 15, 1-6.

Evangelio de Mateo

Evangelio de Mateo

Parábola de los talentos 

Porque el reino de los cielos será semejante a un hombre que al emprender un viaje largo, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro dos, y a otro, uno. A cada uno dio conforme a su capacidad y se fue lejos. Inmediatamente, el que había recibido cinco talentos se fue, negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. De la misma manera, el que había recibido dos ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. Cuando se presentó el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos y dijo: “Señor, me entregaste cinco talentos; he aquí he ganado otros cinco talentos.” Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Y cuando se presentó el que había recibido dos talentos, dijo: “Señor, me entregaste dos talentos; he aquí he ganado otros dos talentos.” Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Pero cuando se presentó el que había recibido un talento, dijo: “Señor, yo te conozco que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Y como tuve miedo, fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.” Su señor respondió y le dijo: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? Por lo tanto, debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, habría recibido lo que es mío con los intereses. Por tanto, quitadle el talento y dadlo al que tiene diez talentos. Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera.” Allí habrá llanto y crujir de dientes. San Mateo, 25:14-30

Parábola de las diez vírgenes

Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Cuando las insensatas tomaron sus lámparas, no tomaron consigo aceite; pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y como tardaba el novio, todas cabecearon y se quedaron dormidas. A la media noche se oyó gritar: “¡He aquí el novio! ¡Salid a recibirle!” Entonces, todas aquellas vírgenes se levantaron y alistaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.” Pero las prudentes respondieron diciendo: “No, no sea que nos falte a nosotras y a vosotras; id, más bien, a los vendedores y comprad para vosotras mismas.” Mientras ellas iban para comprar, llegó el novio; y las preparadas entraron con él a la boda, y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!” Pero él respondiendo dijo: “De cierto os digo que no os conozco.” Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.  San Mateo, 25:1-13

Parábola de Jesús: "Los dos hijos"

Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: ´Hijo, vete hoy a trabajar en la viña.´ Y él respondió: ´No quiero´, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ´Voy, Señor´, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» - «El primero» - le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en Él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en Él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en Él. San Mateo 21, 28-32

Parábola del Banquete Nupcial

Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda." Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda." Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son llamados, más pocos escogidos». Mateo 22, 1-14

LA PARABOLA DE LA CASA SOBRE LA ROCA

No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo. Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios y realizado muchos milagros. Entonces yo les diré claramente: Nunca les conocí. ¡Aléjense de mí ustedes que hacen el mal! Si uno escucha estas palabras mías y las pone en práctica, dirán de él: aquí tienen al hombre sabio y prudente, que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra aquella casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre roca. Pero dirán del que oye estas palabras mías, y no las pone en práctica: aquí tienen a un tonto que construyó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra esa casa: la casa se derrumbó y todo fue un gran desastre.» San Mateo 7, 21-27

 

PEDRO: Discipulo, Pescador, Maestro y Pastor

PEDRO: Discipulo, Pescador, Maestro y Pastor

PEDRO MODELO DE EVANGELIZADOR

DISCIPULO, PESCADOR, PASTOR Y MAESTRO

 

Temario

01. DISCIPULO

  • ¿Dejándolo todo?
  • El hermano de Pedro
  • Señor, Sálvame

02. PESCADOR

  • Setenta veces siete
  • Los dos “Jamás” de Pedro

a)  Jamás me lavarás tú a mí los pies

b)  Jamás yo te negaré

  • La última pesca de Pedro

03. MAESTRO

  • De Pescador y Discípulo a Pastor y Maestro
  • Pedro y los Once

04. PASTOR

  • La autoridad de Pedro
  • Pedro, El Buen Pastor

Presentación

El N.T nos ofrece un retrato de San Pedro, como discípulo de Jesús, que puede resultar un ejemplo estimulante para los cristianos de hoy.

Su itinerario de fe, hecho de gracia y respuesta, de virtudes y de fallos, de fe y de dudas, de amor y cobardías, con un largo camino de maduración guiada por el Espíritu, muy bien podría ser nuestro propio itinerario: El de los laicos de hoy, que intentamos seguir a Cristo, en medio de las dificultades internas y externas que experimentamos.

Pedro, Discípulo, Apóstol, Pastor de la Comunidad, Mártir, simplemente “Pedro”. No es la biografía de un santo, sino las luchas, triunfos y fracasos de un hombre que amaba apasionadamente la vida, aparece como una persona cercana, grande y débil a la vez, que puede interpelarnos positivamente en nuestra pequeña historia personal y comunitaria.

Pedro es, el  espejo donde debemos mirarnos nosotros mismos, pues él es de alguna manera el reflejo de todos los que conocemos a Jesús, lo seguimos o lo negamos. Pedro nos demuestra que el sentido de la vida en comunidad se encuentra más allá de nosotros mismos: En Jesús, que dio pleno sentido a su vida y a su nueva profesión: Pescador de hombres.

Descubriremos que hay un Pedro dentro de cada uno de nosotros y que nos le parecemos mucho más de lo que sospechábamos.

Introducción

Simón Pedro es un hombre de fuego, cuya llama es fulgurante, pero fugaz y pasajera. Corazón inmenso donde todo es grande: Su amor, sus arrebatos y sus torpezas; contrastando siempre sus profundas limitaciones con la altura de sus ideales. A veces parece un niño impaciente y caprichoso, siempre es un amigo fiel e incondicional y no falta la ocasión en que exprese su instinto paternal con Jesús a quien llega a corregir, reprochar y hasta reprender.

Su vida se manifiesta verdaderamente como tal: Esperanzas y conflictos; luchas y risas. La vida de Pedro siempre es curiosa y contrastante. Y lo asombroso es que lo más importante de Pedro no es Pedro, sino Jesús. Ese Jesús que marcó y transformó su vida. Jesús que aceptó y amó a Pedro para que Pedro se aceptase a sí mismo y fuera capaz de amar.

Impetuosidad, generosidad e imprudencia son los tres hilos de su existencia; los cuales, habiendo sido puestos en las hábiles manos del Artesano de Nazaret tejieron la vida más armoniosa donde los contrastes nunca chocaban, sino que se complementaban. Simón Pedro sólo se comprende perfectamente al lado de Jesús y en relación con los demás discípulos.

El pescador nunca está solo. El pastor siempre convive con las ovejas. Pedro está  siempre unido a Jesús, y a través de él con todo que Jesús ama. Pedro siempre vive en comunidad: Con Jesús, con los demás pastores de la Iglesia y hasta con su suegra.

Al lado de Jesús ciertamente no aprendió mucha Teología, pero aprendió a vivir, conocerse y aceptarse a sí mismo. Jesús no enseño doctrina ni hizo exámenes a los suyos. Les enseño a vivir como verdaderos hermanos.  Pedro fue el discípulo más aventajado. Al compartir íntegramente la vida humana Jesús les enseño cómo vivir como hijos de Dios en este mundo.

Primero Pedro fue discípulo del Maestro y así se convirtió en el tipo de todos los seguidores de Jesús. En él encontramos sintetizadas las actitudes de cada uno de los creyentes y lectores del Evangelio: Un día deja todas las cosas, pero otro vuelve la vista reclamando recompensa. En una ocasión se le llama “Bienaventurado” y en seguida se le dice “Satanás”.

Impetuoso y generoso, pero débil e insuficiente. Duerme el Jueves Santo, pero madruga Domingo de Resurrección. Se hunde en las aguas del mar y otro día nada 100 metros con todo y vestido puesto. Una noche usa violentamente la espada, pero llega a ser artífice de paz en los conflictos.

En Getsemaní huye por miedo a ser arrestado, pero da su vida en Roma. Luego, llega a ser pastor del rebaño de Jesús. Habiendo sido formado en la escuela de la comunidad llega a ser maestro de la Iglesia, participando de la autoridad de Jesús, Su misión es dar la vida, y como buen pastor entrega la suya. Pedro ama las ovejas porque ama a Jesús, dueño del rebaño.

Ciertamente no es “El “Discípulo Amado” pero nadie va a negar que es “El Discípulo que Ama”. Tampoco es “El Discípulo fiel”, pero ninguno como él experimentó la fidelidad de Jesús.

Simón Pedro es un hermoso regalo de Dios a toda la Iglesia, a la única. Iglesia que tiene Jesús. Gracias a sus contrastes tan maravillosos es el tipo y modelo de todos los Evangelizadores, Discípulos y Pastores de la Iglesia de Jesús.

e-mail: fcv.ovejaextraviada@gmail.com

Nuestra Señora del Paraíso, de los Milagros

Nuestra Señora del Paraíso, de los Milagros

NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO

Fiesta: 25 de abril

Milagrosamente se trasladó de Albania a Genazzano, Italia como respuesta a las plegarias.

Mucho antes de la venida de Cristo, el pequeño pueblo de Genazzano, a treinta millas de Roma, construyó un templo a Venus, la diosa pagana del amor, a la que le tenían particular adhesión. Allí se le ofrecía culto y celebraban grandes fiestas en su honor, especialmente el 25 de abril. Todos los años la gente de Genazzano gozaban de las festividades bailando y cantando.

En el siglo IV de nuestra era, cuando el cristianismo había sido públicamente reconocido en el Imperio Romano, el Papa San Marco (336d.C.) mandó construir una iglesia en una colina sobre el pueblo, no muy lejos de las ruinas del antiguo templo pagano. La iglesia, firme y fuerte pero pequeña y sencilla, fue dedicada a Nuestra Señora del Buen Consejo. A sabiendas del amor que la gente de Genazzano le tiene a las fiestas y celebraciones, el Papa declaró el 25 de abril (fecha de las antiguas fiestas paganas), como día de celebración cristiana en honor de Nuestra Señora del Buen Consejo. La Iglesia respeta las costumbres de los pueblos pero siempre busca purificarlas de todo error y elevarlas hacia Dios.

A través de los siglos, Nuestra Señora fue honrada de manera especial en la pequeña iglesia de la colina, la cual se puso a cargo de los frailes de la Orden de San Agustín en 1356. Con el tiempo, el uso y los desgarros comenzaron a afectar el anciano templo. Para el siglo XV, la iglesia se había venido desvencijando tanto que algunos temían su total colapso. Pocos, sin embargo, parecían tener interés en repararla, posiblemente porque había iglesias más nuevas y mejores en el pueblo.

Una viuda santa, Petruccia de Geneo, que amaba a la Virgen devotamente, se sintió inspirada a reconstruir la iglesia. Deseaba que la iglesia fuera más grande y más bonita, más apropiada para la Madre de Dios. Confiando en Nuestra Señora, Petruccia contrató trabajadores y constructores, compró también los materiales y vio las paredes subir. Sus vecinos la observaron por un tiempo en silencio, luego comenzaron a burlarse de ella, especialmente cuando les pedía ayuda.

Petruccia no podía comprender la actitud que sus vecinos y pensaba que su amor a Nuestra Señora los inspiraría a ofrecer ayuda. Pero los corazones no estaban para eso. Ellos sabían que construir una iglesia grande y bonita era un gran proyecto y que Petruccia tenía dinero, pero no lo suficiente. Percibían la obra como un acto de orgullo y presunción por parte de Petruccia y la criticaban. Cuando la obra tuvo que detenerse por falta de fondos, las paredes sin terminar fueron nombradas "la locura de Petruccia".

Probablemente Nuestro Señor permitió todo esto para fortalecer el amor y la confianza de Petruccia. La envidia, la falta de caridad, y los desacuerdos purifican y prueban toda obra de Dios. Ella no dejó dominar por los obstáculos; estaba determinada a hacer todo lo que pudiese para ver la iglesia completada. Sentía que Nuestra Señora había inspirado el trabajo y que Ella lo apoyaría cuando fuese su tiempo. Decía que algún día "una gran Señora vendría a tomar posesión de ella". Petruccia entonces recurrió a sacrificios y oraciones más fervorosas.

Un poco después, durante la fiesta del pueblo, el 25 de abril, día de San Marcos de 1467, muchas personas estaban congregadas en la plaza del mercado pasando un buen rato-- festejando, bailando y cantando. No se sabe por qué ya no rendían honor a Nuestra Señora del Buen Consejo en ese día, como lo habían hecho sus antepasados en siglos anteriores. Probablemente a través de los siglos su devoción por Nuestra Señora se había disminuido, pero habían conservado el amor por las fiestas.

En medio de las fiestas, alguien vio una nube encopada flotando bien bajo a través del claro cielo azul. El asombro paralizó el baile y el canto. Toda la atención fue puesta en la nube que bajaba despacio y que finalmente se detuvo en un borde angosto de las paredes sin terminar de la iglesia de Petruccia. La nube se abrió gradualmente, y en su centro apareció una bellísima pintura de Nuestra Señora con el Niño Jesús. Todas las campanas del pueblo comenzaron a sonar sin la ayuda de manos humanas.

Atraídos por el inesperado y fuerte repicar de las campanas, la gente de las villas aledañas se apresuraron a Genazzano para averiguar la causa. Mientras tanto, al escuchar del milagro, Petruccia, que estaba orando en casa, se apresuró a la iglesia para arrodillarse ante la pintura. Llena de alegría dijo que ella sabía que Nuestra Señora vendría a tomar posesión de su iglesia. Toda la gente se le unió en las alabanzas a Nuestra Señora.

Nadie conocía la procedencia de la pintura ni la había visto antes. Pronto una maravillosa lluvia de gracias y milagrosas curaciones comenzaron a suceder. En solo cuatro meses, 171 milagros fueron archivados. La gente comenzó a llamar a la imagen "Nuestra Señora del Paraíso" porque creían que había sido traída a Genazzano por manos de los ángeles ocultos en la nube encopada. Otros, por los numerosos milagros, la llamaban "Nuestra Señora de los Milagros".

Durante este tiempo, dos extranjeros procedentes de Scutari, Albania, llegaron a Genazzano buscando la milagrosa pintura de la Virgen. Ellos contaron su testimonio. Scutari fue la última ciudad tomada por los Turcos en su invasión de Albania. Cuando comprendieron que ya no podían resistir más, le pidieron consejo a la Virgen sobre qué hacer para mantener su fe católica en aquellas circunstancias. Esa noche, ante el asombre de los dos albaneses la imagen de la Virgen se desprendió de la pared y elevándose por los cielos se comenzó a trasladar lentamente hacia el oeste. Así pudieron seguirla, cruzar el mar adriático que separa Albania de Italia, hasta que llegaron a Genazzano. Así decidieron quedarse en Genazzano para vivir cerca de su Señora, que también se había refugiado.

Cuando el Santo Padre en Roma escuchó acerca de la pintura y de sus muchos milagros, mandó a dos obispos como comisionados a examinar y estudiar los acontecimientos extraordinarios. Después de una cuidadosa investigación, el Papa y los comisionados quedaron convencidos de que la pintura era verdaderamente Nuestra Señora del Buen Consejo, que había sido venerada por siglos en el pequeño pueblo de Scutari. El espacio vacío con las dimensiones exactas donde había estado la pintura en la iglesia fue evidente para todos. La imagen- del espesor de cáscara de huevo- había sido pintada sobre el yeso de la pared. Ninguna habilidad humana podría haber tomado con éxito la pintura de la pared sin romperla. Ninguna mano humana podría haberla traído a través del mar Adriático y colocarla en el borde angosto de la iglesia sin sujetarla.

Naturalmente, la iglesia de Petruccia fue completada. Más bien, hubieron tantas donaciones y fue ofrecida tanta ayuda que se convirtió en una bella basílica. La pintura fue puesta en un relicario maravilloso con un marco de oro adornado con piedras preciosas. Más tarde dos coronas de oro enviadas por el Vaticano fueron colocadas en las cabezas de la Madre y el Niño. La pintura aún está en la iglesia, "la locura de Petruccia". Los monjes Agustinos son los guardianes especiales de la iglesia y de la pintura milagrosa.

La basílica ha sido afectada por los siglos. Sufrió particularmente por la Segunda Guerra Mundial ya que para arrestar el avance de los Aliados, los alemanes no dudaron en bombardear las iglesias. En Genazzano, el santuario de Nuestra Señora no se libró. Una bomba explotó en el con toda fuerza. El altar mayor fue completamente destruido, todas las pinturas y las estatuas en las paredes alrededor se vinieron abajo, pero la milagrosa pintura de Nuestra Señora del Buen Consejo, se mantuvo perfectamente intacta, tan bella como cuando Petruccia la vio por primera vez.

Nuestra Señora tiene los ojos parcialmente bajos como si estuviera escuchando con intensidad. Su vestido verde oscuro está adornado con un borde de oro. Su manto azul oscuro cubre su cabeza y sus hombros y cubre parcialmente al Niño Jesús, quien tiene una mano alrededor del cuello de su Madre. Su mejilla toca la de ella, y su mano izquierda está sosteniendo el cuello de su vestido. El vestido rojo del Niño está adornado con un borde de oro. La expresión en ambos, Madre e Hijo es de una profunda atención. El Niño Jesús parece que está listo para susurrarle algo a Su Madre. Es una pintura sencilla pero atractiva.

En los últimos cuatro siglos innumerables peregrinaciones y muchos milagros han ocurrido en el santuario de Nuestra Señora, Madre Amorosa que es para todos un tesoro de la gracia divina. Acude a ella con tus pequeños problemas; ve a ella con tus grandes problemas; confía en su guía. Ella es verdaderamente Nuestra Señora del Buen Consejo.

Las palabras "Madre del Buen Consejo" fueron insertadas por Pío IX a las letanías de la Virgen María.

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Apóstol de la Juventud

Apóstol de la Juventud

San Juan Bosco

Figura sin par en los anales de la santidad en el siglo XIX, Don Bosco fue escritor, predicador y fundador de dos congregaciones religiosas, habiendo ejercido sobre todo un admirable apostolado con la juventud, en una época de grandes transformaciones. Dotado de los dones sobrenaturales de discernimiento de los espíritus, de profecía y de milagros, era admirado por los personajes más conocidos de la Europa en su tiempo.

Plinio María Solimeo

Nacido en Murialdo, aldea de Castelnuevo de Asti, en el Piamonte, a los dos años de edad falleció su padre, Francisco Bosco. Pero felizmente tenía como madre a Margarita Occhiena, figura que evoca la mujer fuerte del Antiguo Testamento. Con su piedad profunda, capacidad de trabajo y sentido de la organización, ella consiguió mantener la familia, en una época especialmente conturbada para Europa, dilacerada en aquel inicio del siglo XIX por las cruentas guerras napoleónicas. Juan Bosco tenía un hermano, dos años mayor que él, y un medio hermano ya entrado en la adolescencia.

Hogar pobre y religioso; una madre, ejemplo de virtudes

La influencia de la madre sobre el hijo menor fue altamente benéfica: “Parece que la paciencia y la dulce firmeza de Mamá Margarita influyeron sobre San Juan Bosco, y que toda una parte de su amenidad, de sus métodos afables, debe de ser atribuida a los modos de su madre, a su manera de ordenar y de prescribir, sin gritos ni tumulto. (...) Margarita habrá sido una de esas grandes educadoras natas, que imponen su voluntad a la manera de dulce implacabilidad” (...). 

“Juan Bosco es un entusiasta de la Virgen. Mamá Margarita le reveló, por su ejemplo, la bondad, la ternura, la solicitud de Mamá María. Las dos madres se confunden en su corazón. Don Bosco será uno de los grandes campeones de María, su edificador, su encargado de negocios”.1

Talentos naturales y discernimiento de los espíritus

La Providencia le hablaba, como a San José, en sueños. A los nueve años tuvo el primer sueño profético, en el cual —bajo la figura de un grupo de animales feroces que por su acción se van transformando en corderos y pastores— le fue mostrada su vocación de trabajar con la juventud abandonada y fundar una sociedad religiosa para cuidar de ella. 

Extremadamente dotado, tanto intelectual como físicamente, era un líder nato. Por eso, “si bien que pequeño de estatura, tenía fuerza y coraje para producir miedo en compañeros de mi edad; de tal forma que, cuando había peleas, disputas, discusiones de cualquier género, era yo el árbitro de los contendores, y todos aceptaban de buen grado la sentencia que yo diese”,2 dirá él en su autobiografía. Observador como era, aprendía los trucos de los saltimbanquis y de los prestidigitadores, para atraer a compañeros a sus juegos y prédicas, pues desde los siete años ya era un apóstol entre ellos.

Poseía un vivo discernimiento de los espíritus, como él mismo lo afirmó: “Aún muy pequeño, ya estudiaba el carácter de mis compañeros. Los miraba al rostro y ordinariamente descubría los propósitos que llevaban en el corazón”.3 Este precioso don después lo ayudaría mucho en el apostolado con la juventud.

Huérfano de padre, muy pobre para estudiar para el sacerdocio como pretendía, y teniendo sobre todo la incomprensión del medio-hermano, que lo quería en el campo, a los 12 años su madre le puso sobre los hombros un morral con algunas pertenencias y lo mandó a buscar trabajo en las haciendas vecinas. Así el adolescente deambuló por la región, sirviendo de mozo en un café, de aprendiz de sastre, de zapatero, de carpintero, de herrero, de preceptor, todo con un empeño eximio que lo llevará después a enseñar esos oficios a sus birichini 4 en las escuelas profesionales que fundará.

Inteligencia y aprendizaje de la caridad

Con una memoria prodigiosa, siempre fue de los primeros de la clase hasta llegar al sacerdocio.

Recién ordenado, Don Bosco encontró un guía seguro en su confesor, San José Cafasso. Para iniciarlo en el apostolado con los desdichados, éste lo llevó a las prisiones donde “pronto aprendió a conocer cuán grande es la malicia y la miseria de los hombres, pero también cuántos tesoros Dios encerró en los corazones y cuántas maravillas puede operar la gracia cuando la secunda la colaboración de la voluntad humana”.5

Después de las cárceles, los hospitales fueron los lugares donde pudo constatar que “gran parte de las enfermedades eran debidas al vicio o a la falta de control sobre sí mismos y de higiene material y moral”.6 Iba principalmente a la Piccola Casa della Divina Provvidenza, tal vez el mayor hospital del mundo en la época, fundado y dirigido por San José Benito Cottolengo. ¡Qué época feliz, tan diferente de la nuestra, en que en una misma ciudad conviven y colaboran tres grandes santos!

Turín, como capital del Reino de Piamonte, comenzaba a conocer la industrialización. Y con eso a atraer, como aún hoy sucede en toda gran ciudad, a personas de las más variadas procedencias en búsqueda de trabajo. Y los jóvenes venían por centenas. Sin familia, entregados a sí mismos, sin ningún guía moral, se perdían en el vicio y en el juego.

Las grandes obras de Don Bosco

Con esos adolescentes San Juan Bosco comenzaba a trabajar, reuniéndolos en sus Oratorios Festivos y dándoles, primero, asistencia religiosa y moral; después, un albergue para centenares de ellos; y, por fin, proporcionándoles la enseñanza de letras y el aprendizaje de profesiones diversas en las Escuelas Profesionales por él fundadas.

Entre los mejores muchachos, escogió a varios para iniciar una sociedad religiosa que continuase la tarea después de su muerte. Aunque los tiempos fuesen difíciles para la Religión, obtuvo la aprobación de la Santa Sede para su congregación de los Salesianos, y también la de la autoridad civil, a pesar de las ideas anticlericales de ésta.

El sistema pedagógico de San Juan Bosco fue sin igual. Sobre la base de una firme bondad, obtenía una obediencia y una prontitud de sus birichini, cosa increíble entre jóvenes de una condición tan baja, que parecían recién salidos de alguna alcantarilla. Les enseñaba a odiar el vicio y amar la virtud. No toleraba la menor falta contra la modestia o contra la virtud cristiana.

“Pocos hombres habrá habido que hayan odiado y combatido tanto el pecado. Hasta vértigo le producía sólo pensar en él, y muchas veces se le oyó exclamar que prefería que se quemase mil veces el Oratorio —que tantos desvelos le había costado— antes que en él se cometiese un pecado”.7

Viviendo de la confianza en la ayuda sobrenatural

La vida de San Juan Bosco es un milagro constante. Es humanamente inexplicable cómo consiguió, sin dinero alguno, construir escuelas, dos iglesias —una de ellas la célebre Basílica de María Auxiliadora—, proveer de maquinaria a sus escuelas profesionales, nutrir y vestir a más de 500 jóvenes en una época de gran carestía.

Para Pío XI, “en Don Bosco lo sobrenatural había llegado a ser natural; lo extraordinario, ordinario; y la leyenda áurea de los siglos pasados, realidad presente”.8

Cuanto más necesitaba y menos posibilidad tenía de obtener cierta cuantía, aparecía algún donante anónimo para darle el monto exacto que requería. Pero él se empeñaba también en promover rifas, subastas y todo lo que pudiese rendir algún dinero para su obra.

Educador sin par, y por encima de todo eficaz director de conciencias, varios de sus niños murieron en olor de santidad, siendo el más conocido de ellos Santo Domingo Savio. Don Bosco escribió su biografía y la de varios otros.

Necesitando ayuda para su apostolado incipiente, el santo no tuvo dudas en ir y pedírselo a su madre, ya entrada en la vejez y que vivía retirada en compañía del otro hijo y de sus nietos. Esa mujer fuerte tomó algunas ropas y objetos que podría necesitar, y sin mirar atrás, siguió a su hijo a pie, en los 30 kilómetros que separan su villa de Turín. Se convirtió en la madre de numerosos birichini, a quienes alimentaba, vestía y aún daba sabios consejos. Fue siguiendo su costumbre que él instituyó las bellas Buenas Noches, palabras edificantes que dirigía a los niños antes de dormir.

Escribiendo a reyes y emperadores

San Juan Bosco mantenía una correspondencia intensa, escribiendo a emperadores, reyes, nobleza, dirigentes nacionales, con una libertad que sólo los santos pueden tener. Así, transmitió al Emperador de Austria un recado memorable de Nuestro Señor para que él se uniese a las potencias católicas, a fin de oponerse al poderío creciente de la Prusia protestante. Escribió también al Rey del Piamonte, presto a tomar medidas contra la Iglesia, alertándolo de la muerte que reinaría en su palacio en caso que eso ocurriese. Como el soberano no volvió atrás, cuatro miembros de la familia real se sucedieron en la tumba, en breve espacio de tiempo.

San Juan Bosco murió en Turín el 31 de enero de 1888, siendo canonizado por Pío XI en 1934.     

Notas:

 1.  La Varende, Don Bosco, Le Livre de Poche Chrétien, Arthème Fayard, París, pp. 15 y 21.

 2. San Juan Bosco, Memorias del Oratorio, Primera Fase, 1, p. 7, in Biografía y Escritos, B.A.C.

3.  Id. Ib.

4.  Plural de birichino, que equivale a nuestro palomilla o mataperro.

5.  P. Rodolfo Fierro  S.D.B., in Biografía y Escritos, Introducción, p. 14.

6.  Id. ib., p. 15.

7.  Id. ib., p. 51.

8.  Discurso del 3 de abril de 1932, apud B.A.C., op. cit., p. 11.

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