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LA OVEJA EXTRAVIADA

Pequeña Pedagogia

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PEQUEÑA PEDAGOGIA

“Para meditar y vivir la Palabra”

 Disposición previa

  1. Procura tener el alma vacía, abierta, tranquila, sin ansiedad, serenamente expectante, pues el Señor el que viene, en su Palabra, a tu encuentro.
  2. Una vez escogido el texto y después de invocar al Espiritu Santo, haz una lectura lenta, muy lenta, con pausas frecuentes, pensando que dios té esta hablando a ti, en este momento, con estas palabras que estas leyendo.
  3. Tiene que ser una lectura desinteresada, sin buscar utilidad alguna, como solución a tus problemas, doctrinas o verdades, el señor se manifestara libremente según sus designios y proyectos para tu vida.

 Lectura escuchada.

  1. Mientras vas leyendo lentamente, escucha a Dios: es el Señor el que té esta hablando de persona a persona. Estas palabras tan antiguas las esta pronunciando el Señor en este momento para ti. Escúchalo con una atención receptiva y serena, sin ansiedad alguna.
  2. No pretendas tanto entender intelectualmente lo que estas escuchando; no te esfuerces tanto por averiguar que significa esta frase; que quiere decir este versículo sino que me esta queriendo decir el Señor a mí con estas palabras.

Si algunas expresiones no "te dicen" mucho, o no las entiendes, no te quedes estancado o ansioso. Pasa adelante con calma y libertad.

 Detalles prácticos.

  1. Puede suceder que algunas expresiones te conmuevan despertando en ti resonancias profundas y desconocidas. Detente ahí mismo: da vueltas en tu mente y en tu corazón rumiando, ponderando y saboreando las tales expresiones.

Toma un lápiz y subráyalas y escribe al margen una palabra o una breve frase que sintetice aquella impresión.

  1. Cuando en la lectura escuchada aparezcan nombres propios como Israel, Jacob, Samuel, Moisés, sustitúyelos por tu propio nombre personal, pensando y sintiendo que el Señor esta dirigiéndose a ti con tu propio nombre.
  2. Si la lectura no "te dice" nada, quédate tranquilo y en paz. Podría suceder que ese mismo pasaje, leído otro día "te diga" mucho. Por encima de nuestra actividad humana esta el misterio de la gracia que, por esencia, es imprevisible. La "hora" de Dios no es nuestra hora. En las cosas de Dios es necesario tener mucha paciencia.
  3. No te esfuerces tanto por captar y poseer exactamente el significado doctrinal de la Palabra, sino mas bien procura meditarla gozosamente en el corazón como Maria, dándole vueltas en la mente, dejándote inundar por dentro de las vibraciones y emociones que se desprenden de la proximidad de Dios. Y "conserva la Palabra", es decir: que sigan vibrando en tu interior esas resonancias a lo largo del día.

 Salmos

  1. Los Salmos no se leen, se rezan. Ten anotados en tu cuaderno los salmos que más "te dicen", clasifícalos según diferentes sentimientos como admiración, gratitud, comprensión, alabanza.

Esfuérzate por sentir con toda el alma el significado de cada frase, identificando tu atención y emoción con el contenido de las expresiones, expresándolas con el mismo tono interior que sentirían los salmistas.

Colócate imaginativamente en el corazón de Jesucristo y trata de sentir lo que Él sentiría al pronunciar estas mismas palabras. Con la ayuda del Espiritu Santo trata de identificarte con la disposición interior de adoración, asombro y acción de gracias del corazón de Jesús, en el espíritu de los salmos.

Compromiso de vida

  1. Procura cuestionar tu vida a la luz de la Palabra, aplicando permanentemente la Palabra escuchada a la situación concreta de tu vida, preguntándote a cada momento "que me esta diciendo Dios" en esta frase para mi vida, en que sentido los criterios divinos encerrados en esta Palabra interpelan mi modo de pensar y actuar, en que aspectos debo cambiar, "que haría Jesús en mi lugar". En la medida en que tu mente se adapte a la "mente" de Dios, serás discípulo del Señor.

Si en cualquier momento de la lectura escuchada tu corazón siente el impulso de orar, déjalo libremente desahogarse con el Señor.

En resumen:

  • Lee la Palabra lentamente
  • Saboréala gozosamente
  • Medítala cordialmente
  • Aplícala diligentemente

Que la Palabra sea para ti:

  • Lampara que ilumine tu camino
  • Pan que alimente tu alma
  • Fuego que encienda el fervor
  • Ruta que te conduzca a la salvación
  • Latido que aliente tu espíritu
  • Vida que nunca se acabara. 

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